Mujeres vestidas de catrinas salen a ocupar las calles del corazón político del país: por las que ya no están, por las que fueron asesinadas en un oscuro callejón o ya no volvieron más. Por las futuras generaciones. Por un lugar en que no impere el miedo.
«Ni una más» es la leyenda que aparece en las cruces rosas, una expresión que recobra cada vez más sentido. «Ni una más», exigen las mujeres que viven el acoso diariamente, «Ni una más» gritan con rabia a cada paso, al hacer la cuenta, al mirar a un lado y tener que sumar otro feminicidio a la lista.
Cotidianas son las historias de terror, aparecen cuerpos de mujeres y niñas: mutiladas, violadas, calcinadas, asesinadas, enmaletadas. Se les arrebata la vida cada segundo. Mujeres asesinadas por un desconocido, su propia pareja o integrantes de mafias y grupos de poder.
En México, cada día son asesinadas al menos siete mujeres. Una cultura machista y de exterminio predomina, se expande, parece no tener fin. Se enraíza en las entrañas de las familias mexicanas.
El acoso sexual se vive en cada rincón del país. En un acto de memoria, las mujeres recuerdan la primera vez que se sintieron violentadas, mayoritariamente en una edad infante. ¡Mi cuerpo es mío!, gritan y exhortan a más mujeres a decidir sobre sí mismas.
Las mujeres salen a las calles, denuncian una violencia gradual: privilegios masculinos, piropos, acoso, golpes, tortura, secuestro, violación. Constantemente este tipo de acciones culminan en un feminicidio.
Se trata de un problema nacional. En la década de los 90´s Ciudad Juárez era el foco rojo de la violencia feminicida, poco a poco se fue expandiendo a otros lugares. Como epidemia, fue alcanzando a más entidades. El estado de México presenta cifras alarmantes.
Gritan cientos de mujeres. Las desaparecidas también son recordadas. Aquella joven de ojos grandes que jamás regresó a su casa. Ella, cuyo nombre se asoma en la boca de su madre cuando grita ¡Justicia!, cuando la alcanza la incertidumbre y se pregunta cientos de veces ¿en dónde estás?
Cruces rosas: una, dos, tres, cientos, miles. Así se fue tiñendo nuestro mundo del "femenino" color. Un rosa impregnado de miedo. Un rosa deconstruido que grita «N-I U-N-A- M-Á-S» en la cruz cargada por una madre que anhelaba el regreso de su hija, en la cruz empuñada por una muchacha que no soporta más violencia.
Feminicidios: En el sexenio de Vicente Fox se contabilizaron 6 mil; con Felipe Calderón se duplicó la cifra: 12 mil; en el primer año de presidencia de Enrique Peña Nieto ya se hablaba de dos mil quinientos dos.
En su paso por las calles, las catrinas intentan visibilizar una violencia feminicida que ha sido normalizada. Cada día es más común ver un cartel con la fotografía de una mujer desaparecida y enterarse a los pocos días que fue encontrada sin vida.
A sus cortas edades, muchas niñas han vivido algún tipo de violencia. En algunos municipios del Estado de México, las desaparecidas y asesinadas oscilan entre los 13 y 17 años de edad, de acuerdo con la PGJEM.
«Proteste compañero cuando sus amigos tratan a las mujeres como putas, locas o histéricas. Proteste compañero por haber nacido poderoso, aunque usted no pidió dicho poder. Proteste compañero por la muerte de tantas mujeres en manos de tantos varones»
Las protestas no cesarán mientras siga un machismo preponderante, mientras las mujeres sean abandonadas, sin vida, en los oscuros callejones. En tanto se siga pensando que los cuerpos femeninos son propiedad pública. Las protestas no cesarán.
REGENERACIÓN RADIO | NOVIEMBRE DEL 2016 | EN DÍA DE MUERTAS, UNA CAMINATA POR LA VIDA